Juan Carlos Lizana Carreño, hijo de Juan de la Cruz Lizana Castro y Elia Carreño.

 

Poeta, Escultor en madera, poliglota, autodidacta y polifacético artista.

 

De un amplio conocer y viajero cosmopolita. Ha estado en más de la mitad del mundo, incluyendo continentes como Latinoamérica, África, Asia y Europa.

 

Juan Carlos Lizana Carreño, son of John of the Cross Lizana  Castro and Elia Carreño

 

Poet, Sculptor in wood, multi lingual, multi-talented and self-taught artist. 

 

 

Found a large, cosmopolitan traveler. It has been in more than half the world including continents like Latin America, Africa, Asia and Europe.

 

 

 

 

 

 

JUAN CARLOS LIZANA CARREÑO

 

+569 94672618

 

juanlizana1101@gmail.com

 

ESTA ES MI VIDA

La historia de este increíble artista comienza un 8 de Marzo de 1953, en la céntrica ciudad de Rancagua, Región de Ohiggins, Chile, donde data su lugar de nacimiento.

Sin embargo, a los tempranos 5 años de edad, junto a su Madre Elia Carreño, se traslada a la costera ciudad de Iquique, desempeñándose en ese lugar en labores menores, como repartidor de un diario local. Es en esta ciudad donde toma la decisión de recorrer el mundo, al ver las grandes embarcaciones de variadas naciones que anclaban en ese puerto, a través de lo que reconoce poéticamente como “el llamado del ultramar”. 

 

Luego de conocer el territorio chileno en su totalidad “a dedo”, se traslada al vecino país incaico del Perú, recorriéndolo en gran parte desde el Cuzco hacia el norte llegando a la frontera con el Ecuador.

Luego de su experiencia en la cultura incaica, recorre ampliamente lo que es conocido como Latinoamérica, desde la Patagonia de Argentina hasta la frontera entre México y los EE.UU. (Monterrey). En estos primeros recorridos es donde trabaja para la Universidad estatal de Cartagena y se desempeña en diferentes labores, conociendo y experimentando el continente y sus orígenes, plasmando todo esto en su obra en maderas nativas de cada lugar, representando en ellas la imagen e historia del continente, 

expresando su cultura y raíz, tanto indígena como folklórica criolla. 

 

Exactamente en un recordado y controvertido año 1973 para nuestro país, Juan Carlos viaja a Brasil, conociéndolo desde la amazonía hasta la frontera con Uruguay, realizando trabajos en centros culturales y exponiendo en diferentes ferias artesanales, recorriendo la amplitud de todos sus estados.

El país carioca se transforma en su capital cultural y de ingresos en el continente, dándole la posibilidad económica de emprender su añorado viaje a Europa y poder conocer la Cultura de todo el mundo. El viaje por el continente americano le había entregado las herramientas para poder cumplir su sueño.

Es así como en el año 1980 toma un avión desde la ciudad de Sao Paulo a una de las ciudades económicamente más importantes de Alemania y Europa, el norteño puerto de Frankfurt. 

Desde allí recorre las ciudades del Sur del país, Munchen, Fussen, en la cual se le abren las puertas para comenzar a realizar proyectos en escuelas, centros culturales, incluso donde se le habilita un taller por largo tiempo, realizando una de sus primeras actividades recreativas con una comunidad europea.

Luego de unos meses decide volver a emprender su viaje. Viaja hacia la localidad de Insbruck Austria, llegando a Brenero, un lugar fronterizo con Italia, conociendo casi la totalidad del país italiano, recorriendo por ciudades como Toscana, lugar maravilloso que lo inspira por los grandes artistas que se desarrollaron en ese territorio, como Florencia y su relación con el imponente medioevo Europeo. 

De regreso decide conocer Francia. Pasando por las montañas de la frontera, quedándose en Grenoble, una campesina localidad francesa donde realiza unos de sus primeros proyectos relacionados con la ayuda a personas, sobre todo adolescentes, 

problemas de drogas y su consumo. En el centro de rehabilitación confecciona un letrero hecho en Roble de la región, con la ayuda de los mismos pacientes, plasmando elementos latinos, frutos, hojas, todo en un contexto abstracto, debido a las diferentes capacidades de los mismos jóvenes, sobre todo por sus técnicas y formación en el empleo de la madera. 

Luego de esto recorre Paris, y conoce la cultura francesa y toda su riqueza, su intención fue vincularse intensamente con el arte, “dándole ese vínculo de autoformación para poder realizar más proyectos a futuro”, según el mismo reconoce. 

Tras dejar la capital del arte, decide viajar a la gran isla de Inglaterra, donde conoce la cultura celta, recorriendo históricas ciudad del sur como Londres, para dar con la ciudad del sur llamada Norwish, y en especifico en la localidad rural de Diss, haciendo trabajos para comerciantes, como letreros de restoranes. Pero es en estado de Escocia, donde implementa un proyecto para la “The Church of Scotland”, conocida como la Iglesia escocesa, realizando un imponente Cristo con toques latinoamericanos, en mural de roble.

En la misma década de los ochenta, regresa al continente conociendo Luxemburgo, Bélgica, Holanda, y retornando su rumbo a Alemania. Cabe destacar que todo esto lo realizaba en una bicicleta que traía desde Latinoamérica. Expresado poéticamente en sus propias palabras, su bicicleta era “pequeña casa rodante de dos ruedas y sin techo, apenas ropa para la montaña, llevando una cocinilla, un par de libros de arte, y herramientas para tallar”. En su regreso al país teutón, ya a fines de los ochenta viaja por todo continente europeo, donde llega a España y Portugal. 

En Barcelona, ya en la década de los noventa, justo antes de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92´, sufre un robo en una mediterránea playa, donde le sustraen mientras duerme donde le extraen todas sus pertenencias, a excepción de su bicicleta, la cual estaba amarrada. Entre sus cosas tenía recortes de entrevistas propias, además de libros y herramientas. Esa misma noches y sin nada, simplemente con un poco de dinero y 

su pasaporte que conservaba siempre junto a el, decide tomar rumbo al continente de Gibraltar, o columnas de Hércules, llega al país africano de Marruecos, encontrándose con una cultura absolutamente oriental, donde experimenta la burocracia, el contrabando. 

Además de maravillarse con esa fantástica cultura magrebí, donde las personas prácticamente vivían como “en la edad media, ofreciendo en grandes mercados tejidos, lo que fue una especie de renacer en lo onírico y en la poesía, lo que fue para mi fantástico, porque descubí la cultura ancestral de la generosidad, la transmisión de las creencias y la cultura a través de las generaciones, esa era la puerta de la África árabe o del norte”. En esta misma lógica, donde no era abundante el dinero, comienza a sobrevivir apenas con un viejo formón de carpintero regalado por un carpintero en las Montañas del Rif, haciendo intercambios con Mezquitas y misiones religiosas, en base al “trueque”, cambiando mano de obra por comida y alojamiento. 

Después de su experiencia en el sistema laico de Marruecos, conoce el país desierto de Mauritania, donde solo realiza pequeños trabajos para turistas en la ciudad de Nouchat y el pueblo de Noadibú. A Mauritania ingresa desde la frontera de Marruecos en un convoy militar, a donde intenta ingresar sin Visa. Según nos cuenta como anécdota, en ese instante es retenido por estar visado para entrar al país. Sin embargo, según el mismo nos cuenta en conversación con el Director de la aduana, se le relaciona con el Poeta y premio Nobel nacional Pablo Neruda, escritor que era de mucho gusto del Director, quién luego de una amplia conversación en francés con Juan Carlos, decide visarlo y enviarlo a la capital del país con una carta de recomendación. Hito que viene a destacar como Chile y los chilenos son conocidos y recorren el mundo, muchas veces, gracias a la poesía y su gran legado.